miércoles, 7 de febrero de 2018

Semillas de consciencia




Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza (Génesis 1:26)

Nuestro espíritu es una chispa salida del seno del Eterno. 

Todos los poderes, todo el saber del Creador están contenidos en esa semilla, y si no puede manifestar esas cualidades, es porque está limitado por la materia opaca del cuerpo físico convencional, y por la ignorancia convencional. 

Pero esto no es una razón para despreciar el cuerpo físico como han podido hacer ciertos ascetas o ermitaños, en diferentes lares y religiones, pues Dios lo ha construido con una gran ciencia, una gran sabiduría. 

Es el mejor instrumento que nos haya sido dado, y si sabemos trabajar en él diariamente para purificarlo y afinar su materia, lo volveremos capaz de vibrar mejor en armonía con el espíritu.

El hombre que desprecia y descuida el cuerpo, como aquel que no busca más que obtener de él todos los apetitos sensuales, está equivocado. 

Cuando se ha comprendido que la misión natural del cuerpo es manifestar todos los poderes del Espíritu, convertirse un día en el templo vivo del espíritu, se encuentra en el buen camino. 

¿Cómo puede uno imaginarse que este cuerpo que Dios le ha dado al ser humano tenga como única misión oponerse al espíritu, apagar la llama del espíritu que justamente hace del hombre un hijo de Dios? El lado tenebroso de este mundo, el diablo, trabaja a tiempo completo para que así sea, pero no tiene poder sobre tu dial selector, tú decides.

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