viernes, 25 de mayo de 2018

Jesús Padre Eterno


Jesús y el cumplimiento de la Ley (Torá) Prédica del domingo 5 de mayo de 2018 en la iglesia Nueva Jerusalem por el pastor Fernando Vargas.
Versión escrita (agradecimiento anónimo al hermano que la transcribió)

Cómo alcanzar el Reino acá en la tierra, qué es el Reino, dónde está el Reino, cómo pudimos llegar al Reino, cómo podemos llegar a ser ciudadanos legítimos del Reino. 
Para ser ciudadano del Reino, en el Antiguo Testamento, o Antiguo Pacto, había unas condiciones, (mientras que) en el Nuevo Testamento o Nuevo Pacto hay otras condiciones que también tenemos que recibir, es decir, nosotros no podemos anular una parte de las Santas Escrituras, ni del Nuevo ni del Antiguo Testamento, porque toda la Biblia, completamente toda ella nos sirve para poder llegar y conocer el Reino, o para conocer los requisitos que se necesitan (para poder entrar) en el Reino, requisitos que, por supuesto, están en el Antiguo y en el Nuevo Testamento.

Pero hay que sacarlos de ahí y hay que recibirlos para saber lo que el Señor nos está diciendo en ambos Testamentos, porque en el Antiguo se habla del Reino, pero en el Nuevo también; luego entonces tenemos que alcanzar sabiduría para (comprender) qué es lo que el Señor verdaderamente nos está diciendo, porque tenemos que saber lo que Él nos dice, y lo que nos está diciendo es que seamos sabios, que leamos las Santas Escrituras; no vale pues que usted lea las Santas Escrituras y que me suelte lo que en ella se dice, sino que hay que aplicar el discernimiento para poder entender (y comprender) lo que el Señor nos quiere decir, y esto es algo importantísimo, y más para un cristiano hoy en día; y ello para que al ver un árbol frondoso y que da buena sombra, no creamos nosotros que ese árbol puede dar buen fruto, pues son muchos los árboles que no dan fruto, mientras que otros tienen que dar fruto de su propia semilla y tampoco dan fruto, y tenemos que buscar y alcanzar sabiduría y conocimiento, pues en el Señor todo es perfecto.

Hoy nos vamos a remitir a Mateo 4:23 y 9:34, y a través de ellos nos basaremos para comprender qué tenemos que hacer con el Antiguo y con el Nuevo Testamento, con las Santas Escrituras, (donde se nos dirá?) cómo llegar al Reino, pues ahí están las palabras, los requisitos, lo necesario para alcanzar el Reino; pero para ello (evidentemente) tenemos que saber dónde está el Reino, ¿pues cómo habríamos de llegar a él sin saber dónde se encuentra? Tampoco podemos afirmar que queremos ir al Reino (pero en verdad) no sabemos dónde está, cuántos kilómetros tiene, ni hacia qué lado tirar, ni cuáles son los requisitos (para alcanzarlo). Es por ello que tenemos que conocer el Reino y para ello nos remitimos a Mateo 4:23, pues es aquí donde nos vamos a basar todos para conocer el Reino y qué nos está pidiendo el Señor a través de las Santas Escrituras (Mateo 4:23 y Mateo 9:34 y Mateo 1:1).

(Mateo 4:23) Jesús recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas, y allí enseñaba el evangelio del Reino; ¿porqué iba Jesús allí y no lo enseñaba en las plazas, en las montañas, en las casas, etc.? Pero además hay otra palabra aquí que rompe también con lo que estoy diciendo yo, algo maravilloso, porque dice que enseñaba en las sinagogas de “ellos”. Pero ¿quiénes serían esos “ellos”? Pues es importante saber quiénes eran esos “ellos”, y porqué a “ellos”, teniendo ya el Antiguo Testamento, teniendo la Torá, tenia que ir Jesús enseñándoles qué era el Reino, allí precisamente en las sinagogas, era donde iba a enseñar qué era el Reino.
Luego entonces el Reino tiene que tener algo maravilloso por lo que debía ir a enseñárselo a “ellos”; ¿y porqué precisamente tenía que enseñárselo a “ellos”, a los fariseos, a los escribas y al sanedrín tenía que explicarles lo que era el Reino? Algo debía de estar pasando, algo como que estas personas que en aquél momento estaban enseñando (al pueblo) no sabían bien qué era el Reino, personas que (estaban instruidas) en el Viejo Testamento, en la Torá, pero estamos hablando (no de ello, sino) del Reino. 
Jesús precisamente se dedicó a ir y a las sinagogas, no a las montañas ni a las plazas, para poder enseñar qué es el Reino; y precisamente, a quienes tuvo que enseñar en primer lugar fue a “ellos”; ¿por qué? Porque ellos no habían en ningún momento recibido lo que era el Reino. ¡Aleluyah!
(Mateo 9:34) Cuando (Jesús) les hablo del Reino, “ellos” dijeron que era un príncipe de los demonios, ¡precisamente a él, que era el Mesías! A “ellos” se les cegaron sus ojos cuando empezó a demostrarle qué era el Reino, porque él echaba demonios fuera.
(Mateo 1:1) Mateo, antes de hablar del Reino, explica claramente de dónde venía Jesús (árbol genealógico)
A continuación vamos a ver cuáles son los fundamentos del Reino, para que se quede claro este asunto para nosotros, en nuestros días, cosa que es necesario, pues hay muchos árboles frondosos, de buenas hojas, pero nos están confundiendo y no podemos dejar que nos confundan, porque estamos en el Reino. ¡Amén!
Y el Reino, vamos a tener que enseñárselo a muchos “árboles frondosos”; sigamos con Mateo, porque él nos aclara bien, muy bien qué es el Reino, quién es el Reino, cuáles son sus fundamentos, por quién ha de ser predicado el Reino, por qué hay que enseñar el Reino y a quién hay que enseñarle el Reino, porque hay personas que no saben ni lo que es, ni dónde está ni donde hay que ir:
(Mateo 7:29) ¿Cómo enseñaban entonces los escribas? ¿Cómo enseñaban? ¡No tenían autoridad! Sin embargo (Jesús) tenia autoridad, ¡porque él ya había estado allí! Conocía el terreno, el camino, la distancia, la “contraseña” necesaria en la puerta de entrada del Reino, porque él vivió allí, mientras los escribas no, los fariseos tampoco vivían en el Reino.

Nosotros tenemos que ver que sí vivimos en el Reino; “ellos” no pudieron percibir el Reino porque por que él se les acercó y le dijeron que era un príncipe (de los demonios).
(Mateo 5:2-12) ¡Aquí verán lo que es el Reino! ¿Sabéis por fin cuál es el Reino? Yo digo una cosa para aquéllos que hoy en día quieren aplicar la Torá, o activarla nuevamente: ¿Hay alguna bienaventuranza aquí que tenga que ver con lo que decían los fariseos y los escribas? ¿Acaso “ellos”, como el sanedrín, eran perseguidos, eran vituperados, “ellos” lloraban? ¡Ahí no se dice nada de eso! ¡Ahí se esta hablando de cómo son (los que entrarán) al reino de los cielos! Un Reino que “ellos” no alcanzaron nunca, pues no sabían ni lo que era ni lo que es, desconocían los requisitos para poder entrar, la distancia que hay que recorrer para entrar, y por ello ni pueden saber, ni comprender ni hablar del Reino de los Cielos.
“Yo no he venido a abrogar la Ley”, dice él; ni yo tampoco la estoy abrogando. Pero vamos a ver que la ley no entra en el Reino, ni habla del Reino ni de las bienaventuranzas.
Pero yo quiero seguir porque esto (el Reino) es lo que estaban anunciando todos los discípulos, pues después de que Jesús se marcha, ellos tenían que seguir avanzando y anunciando el Reino, pues no podían anunciar otra cosa, sino solamente el Reino; luego entonces, lo que tenía que anunciar el Reino eran las bienaventuranzas.

Ahora bien, yo quiero que puedan entender una cosa, y es que yo no estoy abrogando la ley, sino que voy a cumplir las Escrituras de una punta a la otra porque la ley no ha sido aprobada nada más que la mitad, o de qué me sirve que un punto de esta ley se me quede fuera; pero él vino a hablar de bienaventuranzas.
(Mateo 5:13-16) Aquí está la ley: nosotros somos la sal del mundo; nosotros somos la luz del mundo; es decir, tenemos que ser “sal” y “luz”; esto es lo que tiene que proclamar la ley, lo que tiene que proclamar el Reino.
Yo quiero que ahora sí vamos a ver el cumplimiento de la antigua ley, la ley mosaica, la Torá. Es por ello que ahora necesito una Biblia para poder leerlo y que pueda se pueda entender más claro, y ello para que se pueda entender dónde esta el Reino de los Cielos. ¡Aleluyah!
Vamos a ver lo que nos está diciendo el Señor de esa ley, de cuál es el Reino, cuál es la Gracia, (en definitiva) qué es lo que nos manda a hacer, y es poder promulgar el Reino de los Cielos.
(Mateo 5:17-18) Estos textos es necesario que puedan ser recibidos por los hermanos, para poder enseñarles lo que enunciaba Jesús de la ley, lo que (enseñó) Jesús a adorar y a qué vino Jesús precisamente, esto es, a mostrar el Reino. Luego entonces (según la enseñanza de Jesús), una vez cumplida (la ley) se puede pasar; ahora bien, él mismo dice, un versículo antes, “no penséis que he venido a abolir la ley, sino a cumplirla”, y una vez cumplida dice así: “porque en verdad os digo que hasta que pase el cielo y la tierra no se perderá ni una letra, ni la más pequeña, ni una tilde (de la ley), hasta que sea cumplida; (luego entonces), una vez que sea cumplida, ¿se puede modificar la ley?; ¿se puede tocar la ley? ¿Cómo es la ley ahora? El Reino de los Cielos es la ley. (19) Cualquiera pues que anule un sólo de estos mandamientos, aún de los más pequeños, y así lo enseñe a otro será llamado “muy pequeño” en el Reino de los Cielos, la ley es para el Reino de los Cielos. 
Ahora continúa así (20): Pero cualquiera que los guarde y los enseñe será llamado grande en el Reino de los Cielos; luego se dice “cualquiera que lo guarde”, pero no dice “cualquiera lo cumpla”; luego entonces como no dice de “cumplirlo”, no se abroga la ley. ¿Qué tiene que ver entonces la ley con el Reino? Porque Jesús no estaba guardando la ley, sino cumpliéndola, (y por lo tanto) estaba enseñando el Reino.
(21) “Ellos” tuvieron justicia, (pero no la suficiente) para superar la Justicia (que necesitaban) para el reconocimiento del Reino; “ellos” se tenían por justos porque enseñaban la ley, y por ello Jesús advirtió que hay que ser más justos que “ellos” para poder entrar en el Reino.
(21) (22) “… Y además cualquiera que llame fatuo a su hermano, quedará expuesto al fuego del infierno”.
(23) “Por lo tanto, si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, (24) deja allí tu ofrenda delante del altar y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda”. Esta es la ley, y este es el Reino de los Cielos.
(25 y 26)
(27-48) Amén. ¿Qué está diciendo aquí? ¿Estamos entendiendo cuáles son los fundamentos del Reino de los Cielos? ¿Entendéis ahora porqué dijo (Jesús) “yo no he venido a abrogar la ley, sino a cumplirla”?; y una vez que él la cumple empieza a decir cuál es la Ley, porque todo esto es necesario para que tú puedas entrar en el Reino de los Cielos, para que puedas reconocer el Reino de los Cielos, para entender y conocer sus fundamentos, y de aquí no podemos salirnos.

Yo sé que a Dios le agrada todas estas cosas maravillosas, pero ahora hay una nueva relación de los hombres con Dios y es por medio del Reino y no por medio de la Torá, pues la Torá no está abolida, pero está cumplida, y aquí él (Jesús) no está enseñando qué es la Torá y qué hay que hacer ahora; ¿y porqué ya no hay que hacerla? Por que él la cumplió. No se modificará nada hasta que sea cumplida, ni cielo ni tierra se moverán, pero será cumplida.
Pero ahora yo quiero mostrar cómo es el corazón del Padre a un hijo, y cómo ve Dios el corazón, y para ello nos vamos a Mateo 6:1-18 para poder ver lo que el Señor nos está reclamando, porque verdaderamente él te ve en la intimidad, él te escucha en la intimidad, él te conoce en la intimidad, pero él quiere que tú alcances el Reino, porque él cumplió la ley, y quiere que la conozcas, que la guardes y que la enseñes.
(6:1-18) 
Aquí (Jesús) nos muestra cómo orar al Padre, con el “Padre nuestro”, hablando del Reino y cómo es el compromiso total con el Reino, que no se hacen las cosas para que te vean ni para que te miren, para que tú no tengas que cumplir nada, sino guardarlo todo, enseñarlo todo y cumplir su palabra. Así que lo correcto es que tú prediques el Reino para poder alcanzarlo; porque aquí nadie tiene que enseñar la Torá para alcanzarla, porque no se trata de alcanzar la Torá, porque la Torá no te lleva al Reino, porque Jesús la tuvo que enseñar en las sinagogas a “ellos”, porque “ellos” tenían la Torá pero no tenían el Reino, y por lo tanto no podían ser salvos, porque no sabían cuál era su destino ni siquiera cuál era su origen, sino que “ellos” aplicaban la ley como creían que era conveniente y no aplicaban la ley como tenía que aplicarse; aún más en aquél tiempo, en el tiempo de la ley, ¿cómo van a saber aplicarla hoy en día si no van a lo que tienen que ir, a predicar el Reino?
Porque si Jesús no enseñó la Torá, ¿podríamos decir que Jesús estaba en pecado?
Jesús enseñó el Reino, el Nuevo Pacto, lo que implica el “guardar”, y enseñar Torá sí, ¿pero dónde dice que hay que aplicarla?; por lo tanto, es el Reino de los Cielos lo que tenemos que enseñar hoy en día, y el Reino de los Cielos es lo que nosotros podemos enseñar a todas las personas para que puedan ser salvos, y enseñando el Reino se está guardando y enseñando la Torá.
Y los que estamos en el Reino y vivimos en el Reino, no tenemos que ir públicamente por ahí diciendo que oramos, ayunamos, no levantamos voces de todo ello, sino lo hacemos en el mayor de los secretos y en presencia de Dios, porque Él manifestará en público lo que usted hable con Él en privado; si tú no le hablas nada en privado, ¿qué vas a enseñar en público? Si en privado no le hablas porque prefieres por ejemplo dormir, ¿cómo va a hablar el Señor (a través de ti) en público? La gente dice: “A mí nunca me habla el Señor”; quizás se deba a que tu nunca le hablas a Él, y por lo tanto no tiene conversaciones que darte a ti. El “secreto” del Señor es que en “secreto” le cuente las cosas, le hable a Él; posiblemente no le escuches, pero Él después hará (por ti) en público; y no es porque Él no le hable, sino porque tú tienes que tener los oídos preparados para escuchar su Voz, no nos confundamos.

El alma habla muy parecido al espíritu, pero el alma es el alma, y el espíritu el espíritu; hablan parecidamente, y requieren casi lo mismo, pero no te van a llevar a lo mismo; por lo tanto, el alma tiene que estar dirigida por el espíritu, y no al revés.
Es por ello que el Señor nos está pidiendo que enseñar, enunciar y proclamar el Reino de los Cielos, y para ello no hay que abolir la ley, porque Él anuncia todos los cambios: ¿Qué es la ley? El Reino. ¿Qué es la Torá? El Reino.
Ahora vamos a leer Mateo 6:11-21 … Luego entonces, ¿entra en el Reino los tesoros? Mirad las palabras que sobre los tesoros de la tierra se dice aquí. ¿Porqué os pide entonces el Señor vuestros corazones, y que no acumuléis aquí en la tierra? ¿Cuál puede ser el motivo? Muchos piensan que el dinero es para el pastor, para asuntos personales, etc.; pero él dice muy bien para qué quiere el dinero, el problema es que a nadie le gusta leer más allá de esto cuando dice: “No atesores en la tierra, porque hay polilla y otros bichos, porque hay ladrones, etc.”. Luego entonces, ¿para qué quiere el Señor tanto dinero allá? Porque él dijo que iba a hacer moradas allá, y para hacer moradas se necesita mucho material, necesita euros para poder ir cambiándolos acá para los portes y todo lo demás, si no es por causa de tu corazón, porque él quiere que tu corazón este completo, ya que él no quiere sólo un trocito de su corazón, sino que nos dice que o se lo damos todo o no quiere nada, y te digo más, si le das el 99’99% tampoco vale pues en ese caso no entrarías en el Reino, porque no se puede dejar ni un trocito de tu corazón acá en la tierra, y todo lo demás llevártelo allá, pues incluso ese trocito lo vas a necesitar para poder respirar bien, funcionar bien, y tú necesitas ir allí con todo tu cuerpo, con todo tu ser, pues allá no se puede entrar “de cualquier manera” dejando acá “cachitos” de ti; y por eso él nos pide que le demos todo, que no atesoremos aquí en la tierra, porque si nuestro corazón está con las riquezas de la tierra, no estará pues en el Reino y no podrás ir jamás al Reino. Imagínese que quiere cambiarse de ciudad y entonces resulta que cuando quiere cambiarse y mudarse se deja al niño, la ropa del niño, la de usted, etc.; se marcha usted pues en su coche y al llegar a la nueva ciudad, una ciudad que queda muy lejos y con la firme intención de quedarse allí y nunca más regresar, y cuando se asienta en la casa y se levanta en el primer día gritando “vamos niños, al cole…”, y se dé cuenta que se los dejó e la antigua ciudad, ¿acaso tendrá que volver para recoger lo que no se llevó en su momento, ya que (indudablemente) forma parte de usted?

Es por eso que (Jesús) dijo que su Reino no estaba aquí, sino que era de otro lugar; y en ese momento Poncio Pilato se tuvo que callar (por falta de argumentos), por lo que únicamente le quedó lavarse las manos, no sea que, efectivamente, el Reino venga para acá, pues este hombre habla con demasiada autoridad y me da miedo de lo que pueda acontecerme.
Es por ello que nuestra obligación es enseñar el Reino, entra todo lo que Dios nos dijo, así que la Torá también entra en el Reino, porque hay que guardarla, porque estos son los fundamentos del Reino; también hay que enseñarla, ¿pero dónde dice que hay que cumplirla? Tenemos que guardarla para poderla entender y tener el significado de lo que es el fundamento, porque la ley se tiene que dar por sentada y saber que sin la ley, sin la Torá, no se puede edificar; hasta aquí de acuerdo, pero usted no vaya enseñándola por ahí.
Pues hablar de la Torá, que es el fundamento, es como cuando alguien va a comprar un piso; en este caso la persona se interesa por el número de habitaciones, la orientación, los espacios exteriores, etc.; pero nadie le pide al constructor que le enseñe los pilares, las zapatas de los cimientos, el espesor de los mismos y el tipo de hormigón que se ha empleado en la construcción. 
Así es como hay que aplicar la ley, sabiendo que está ahí, y por eso hay que guardarla del mismo modo que se guardan los pilares de los edificios, y están guardados a buen recaudo, pues un edificio no se cae así porque así.
Así es la Torá hoy en día y con el Nuevo Pacto.
Quiero terminar con algo maravilloso que está en Mateo 7:13-28, donde se habla de las enseñanzas de Jesús:
(7:13) ¿Es fácil? ¡No! Entended la Torá y el Reino de los Cielos y saber lo que está pidiendo Jesús, lo que pide Elohim, el Padre Eterno, como le querás llamar, por supuesto que es difícil, ya que por la puerta ancha todo el mundo entra; hay quien quiere seguir la Torá y la sigue, y este es el camino ancho, esto es fácil; hay quien quiere reír la gracia y la ríe y no pasa nada, porque si se arrepiente se le perdonará. Lo difícil de estas dos puertas es saber entrar por la pequeña.
(7:14) ¿Cuántos son los que la hallan? ¿Todos? Porque hay grandes ministerios y grandes cristianos que prefieren entrar por la puerta ancha, y por ello es más fácil tomar una cosa que tomar la otra. 
Pero los dos Pactos están juntos y no podemos coger la Biblia y arrancarle libros de uno u otro Testamento; el que quiera cumplir con una parte que lo cumpla y el que quiera con la otra pues también, porque los unos no pueden cumplir lo dicho en los otros y viceversa; pero si unimos los 66 libros se cumple el Reino de los Cielos. Pero esto no es para todos, sino únicamente para unos pocos, ya que es el camino angosto, e incluso es angosto para predicar la ley, la Torá, y para poder predicar el Reino.
Es por ello necesario que esto se sepa y que quede claro, porque vendrán árboles frondosos, con muy buenas hojas, pero que no tienen fruto, no pueden tenerlo.
(7:15-16) Aquí se dice algo maravilloso: “Guardaos de los falsos profetas”, y “por su fruto lo conoceréis”. Yo quiero que podáis comprender esto, ya que nos está diciendo nuestro Señor que hay falsos profetas; ¿qué es lo que nos está diciendo el Señor aquí? Por que no es lo que vosotros creéis, así que os pido que lo leáis de nuevo para poder continuar, porque quiero deciros algo que está diciendo el Señor acá (7:15-18) En estos versículos se habla de árboles, se habla de profetas y de frutos, y de que un árbol bueno no puede dar frutos malos, ni uno malo dar frutos buenos: no está hablando de los profetas sino de dos árboles, uno que se tuvo que secar y otro que está dando frutos; estamos hablando de dos cosas, de los profetas y de que por los frutos lo conoceréis; no estamos hablando de los profetas como ministerios, sino que estamos hablando de los profetas en el antiguo (pacto), ya que se menciona a la “ley” y a los “profetas”; ¿y ahora quién son los discípulos?
(7:19-26) ¿Está hablando de los profetas (de los ministerios), o está hablando de los profetas de la Torá y los discípulos hoy en día? Aquí se habla de la Torá y del Reino de los Cielos.

Sobre esa “roca” (Jesús) edificó su iglesia; la católica copió este concepto y dijo que Pedro era la “roca”; pero cuando dijo “sobre esta roca”, ¿qué era lo que estaba anunciando Pedro? Esa es la palabra del Reino, por eso cuando dice “sobre esta roca edificaré”, se refiere a “sobre esta palabra edificaré”. Por ello la iglesia católica se equivoca, pues no es sobre Pedro que se construye la iglesia, sino sobre “la palabra” que él pronunciaba por su boca. Y en cuanto a hoy en día, ¿por qué se reconocerán? Por los profetas, por sus frutos, y no por la Torá ni por lo profetas (de la Torá), sino por sus frutos, ¿y cual es el fruto que usted tiene usted que dar hoy aquí? Según se dice nosotros somos la “sal” de la tierra y la “luz” del mundo; además de que todo buen árbol tiene que dar buen fruto; por lo tanto, aquí no se está aboliendo ninguna ley, se está aclarando la ley, y (por ende) se está aclarando lo que es el Reino.
(7:27) Esa “casa” se calló porque no estaba fundada sobre la “roca” sino sobre la arena y a Jesús, que era la “roca”, no lo quisieron reconocer. ¿Cuál es la “casa” que se derrumba? Es Israel. ¿Por qué? Porque está demostrado lo que era y lo que es.
(7:28-29) ¿Quién puede tener autoridad para enseñar sino aquél que es del Reino? Porque aquél que es del Reino tiene la autoridad, y por eso “ellos” no tenían autoridad porque desconocían el Reino.
Estábamos hablando de la puerta estrecha y de la ancha: Juan 10:2-5 y 10:7
¿Quién es la “puerta”? Ahora, guiándonos por Israel, ¿por dónde entraban las ovejas, por la puerta grande del pórtico, o por la pequeña? Pues por la pequeña; habían pues dos puertas para poder sacrificar a ese animal, una por donde entraban los animales para ser sacrificados y otra por donde entraban las personas; las “ovejas” pues entraban por la puerta pequeña, por la estrecha, por la angosta. 
Por lo tanto, sino se entra por la puerta (estrecha) no se puede ser “pastor”; pero aún más te digo, ni “oveja”, porque quien no entra por la “puerta” va a tener que entrar por cualquier otro sitio, y el que no entra en una casa por la puerta, son usurpadores, ladrones; por ello, el que no entre en el Reino por la puerta, no tiene otra entrada, porque el Reino habla de puertas, por lo que se supone que en el Reino tiene que haber puertas y desde luego no dice nada de ventanas, por lo que allí no puede entrar ladrones. Ahora bien, todo el que quiera entrar a ese Reino, que es el que anuncia Jesús, va a tener que entrar por la puerta, y esa puerta es Jesús.